Hay un problema inherente a
las panzas. Cuando uno quiere tapar, ponele, que tenés feos pies, te ponés
botas lindas, o si querés encubrir tetas planas, te ponés esos corpiños con
relleno y listo, nadie se da cuenta. Pero las panzas no son tan sencillas y he
aquí el centro del problema: la panza está EN EL MEDIO y no se disimula así
nomás.
Acá que somos medio onda
inUtilísima, te vamos a dar unos consejos para tener en cuenta.
1)
El
supuesto aliado para que no se vea la panza es –o fue- el maldito corte princesa. He aquí un ejemplo para
los que no tienen idea de qué se trata:
Básicamente es ajustado abajo del busto y después suelto.
El tema es que el corte
princesa les queda bien a las chicas flacas -como casi cualquier otra cosa.
Pero vengo a descubrir que cuando verdaderamente HAY una pancita para disimular,
el resultado es nefasto. Y vos que querías que
nadie vea tu panza, te ves de repente con todas las miradas dirigidas a ella, y
recibiendo LA PEOR PREGUNTA -a veces verbal, a veces mental: ¿Estás embarazada?
Creés que te queda así. |
Pero te ven así. |
2)
Otra
opción es el elástico en la cintura y la blusa
floja, suelta.
Pero tampoco. Porque si tenés espalda grande y/o
tetas prominentes, la caída de la blusa queda tan amplia que más bien parecés
una bola de navidad.
Creés que te ves así. |
Pero ésta es la triste realidad. |
3)
Otro
de los NO me lo enseñó mi mamá hace
mucho, más o menos cuando me explicaron cómo funciona el cuerpo femenino y lo
que te pasa en la pubertad.
Ella me inculcó (al igual que la costumbre ya
derrocada de comer light) lo siguiente: “Rayas
horizontales si sos grandota NO, NUNCA, JAMÁS; siempre es mejor usar rayas
verticales, que te estilizan”
Bueno y eso es todo. Lamentablemente
son todos NO (debería cambiar el título del post). Y también debería tirar a la
miércoles toda la ropa del placard, mitad porque no me entra y mitad porque no
me favorece. O volver al yogur Ser y todas esas porquerías.
Mejor me quedo así
que estoy feliz, total en una semana ya me tengo que poner el guardapolvo.
(Ya nos habíamos resignado a las alas)